Corpus Christi – “La Transformación que necesita el mundo”

corpus2Detengámonos en el gesto de Jesús en su Última Cena. ¿Qué sucedió en ese momento? Cuando Él dijo: “este es mi cuerpo entregado por ustedes; esta es mi sangre derramada por ustedes y por muchos”, ¿qué fue lo que sucedió?

Con ese gesto, Jesús anticipa el acontecimiento del Calvario.

Él acepta toda la Pasión por amor, con su sufrimiento y su violencia, hasta la muerte en cruz.

Aceptando la muerte de esta forma la transforma en un acto de donación.

¡Esta es la transformación que necesita el mundo!, porque lo redime desde dentro, lo abre a las dimensiones del reino de los cielos.

Pero Dios quiere realizar esta renovación del mundo a través del mismo camino que siguió Cristo, más aún, el camino que es Él mismo.

No hay nada de mágico en el cristianismo. No hay atajos, sino que todo pasa a través de la lógica humilde y paciente del grano de trigo que muere para dar vida, la lógica de la fe que mueve montañas con la fuerza apacible de Dios.

Por esto Dios quiere seguir renovando a la humanidad, la historia y el cosmos a través de esta cadena de transformaciones, de la cual la Eucaristía es el sacramento.

corpus3Mediante el pan y el vino consagrados, en los que está realmente presente su Cuerpo y su Sangre, Cristo nos transforma, asimilándonos a Él: nos implica en su obra de redención, haciéndonos capaces, por la gracia del Espíritu Santo, de vivir según su misma lógica de entrega, como granos de trigo unidos a Él y en Él.

Así se siembran y van madurando en los surcos de la historia la unidad y la paz, que son el fin al que tendemos, según el designio de Dios. Caminamos por los senderos del mundo sin espejismos, sin utopías ideológicas, llevando dentro de nosotros el Cuerpo del Señor, como la Virgen María en el misterio de la Visitación.

Con la humildad de sabernos simples granos de trigo, tenemos la firma certeza de que el amor de Dios, encarnado en Cristo, es más fuerte que el mal, que la violencia y que la muerte. Sabemos que Dios prepara para todos los hombres cielos nuevos y una tierra nueva, donde reinan la paz y la justicia; y en la fe entrevemos el mundo nuevo, que es nuestra patria verdadera.

También hoy nosotros nos ponemos en camino: con nosotros está Jesús Eucaristía, el Resucitado, que dijo: “Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin de los tiempos”.

¡Gracias, Señor Jesús! Gracias por tu fidelidad, que sostiene nuestra esperanza. Quédate con nosotros, porque ya es de noche. Buen pastor, pan verdadero, oh Jesús, piedad de nosotros: aliméntanos, defiéndenos, llévanos a los bienes eternos en la tierra de los vivos. Amén.