Con expresiones sencillas

… con expresiones sencillas, que evocan el aroma y el color de la vida, me hablas, Señor… Tú eres la Parábola viviente del Padre, en Ti las parábolas que narraste van más allá del tiempo y del espacio, y llegan fecundas a la geografía de cada corazón… la grandeza de un hombre no está en su estatura, ni en su nombre, ni en su ciencia, sino en la capacidad de su corazón para acoger a los demás… la trascendencia de una persona no está en quedarse instalada con una marca registrada, sino en desaparecer dejando vida… insignificante grano de mostaza que, al crecer, cobija… intrascendente pizca de levadura que fecunda toda la masa… amanece, Señor, que todavía mis ojos no aprendieron a verte en medio de la noche… háblame, Señor, que todavía mis oídos no logran escucharte en los ruidos de la vida… abrázame, Señor, que todavía mi cuerpo no percibe tu piel en los saludos y la brisa… consuélame, Señor, que todavía mi garganta no saborea tu ternura en medio de lo amargo… conviérteme, Señor, que todavía mi olfato no huele tu presencia en el hedor de la miseria… ¡bautiza mis sentidos con tus parábolas!… la “rosa sin porqué” deja que las parábolas le den forma, aroma y color, a su corazón de gratuidad… ¿tomas en cuenta las parábolas para formatear tu corazón?, ¿acepas ser insignificante grano de mostaza e intrascendente pizca de levadura?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 13,31-35)…