Ciego que guías a otros ciegos

… ciego que guías a otros ciegos, ¿adónde pretendes llegar?… maestro que enseñas a tus alumnos con ideologías alejadas de la realidad, ¿qué intentas lograr?… catequista que acompañas a otros sin intimar con el Señor, ¿cómo se te ocurre?… amigo que aconsejas a tu amigo sin el ejemplo de tu vida, ¿de qué amistad me hablas?… enamorado que dices amar descuidando tiempos y detalles, ¿eso es amar?… maestro, catequista, amigo, enamorado, para ser brasa en el centro del hogar, hay que haber ardido enteramente, hasta el corazón de la madera… sólo así la brasa será fuego contenido, sin manchas negras de nostalgia vegetal, sin añoranzas de brisas y de ríos… la brasa agradece la ceniza que la cubre, la esconde y la protege, no necesita llamaradas que reclamen atenciones… su sabia intimidad naranja caldea sin dar miedo, en su ternura sobria nadie se calcina, vive lenta y duradera, ni crepita quejas ni seduce soledades… como memoria tibia de encuentros libres que sonríen por la vida, ama su borde de ceniza… maestro, catequista, amigo, enamorado, sé brasa que se consume al enseñar, al acompañar, al aconsejar, al amar… la #rosasinporqué es brasa de gratuidad en el hogar de la vida… si intentas “guiar” a otros, ¿cómo lo haces?, ¿eres brasa que contagia y espejo que refleja, o eres una lámpara apagado, un pabilo no encendido?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 6,39-42)…