Camina, no dejes de caminar

… camina, no dejes de caminar… pero abre los ojos interiores, mira “más allá”, mira más «adentro»… no se trata de superar una cierta frontera sino de derribar esas falsas y pesadas murallas que te encierran… para eso es necesario abrir los ojos de adentro… dirás que nada ves, dirás que topas con sombras terribles o que carecen de sentido… pero, así como el silencio supera y trasciende cualquier sonido y te levanta a la música más alta, así los ojos del corazón sólo hallan el reposo en el horizonte inmenso que, como la luz nueva, se descubre con la paradoja de lo que parece inalcanzable… trata de vencer ese «parecer» que no te permite seguir… te encuentras en la llanura, en las montañas, en el mar… hay ruidos y sonidos molestos por todos lados, pero tú sabes y te dices: «¡yo no soy eso!»… y te sientes solo, sin el sentido que aguardabas… pues, ¡aprende a caminar sin el «sentido» que te consuela!… tu horizonte está siempre “más allá” porque está siempre “más aquí”… no caigas en ciénaga alguna, no te quedes atado a las «estructuras» que mueren… goza vivir desde el hondo respiro, en la misma vida de la gratuidad… la #rosasinporqué siempre está en camino, por eso sus ojos interiores descubren la gratuidad a cada paso… ¿vives en camino o te has estancado?, ¿abres los ojos de adentro para ver a tus lados?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 4,18-22)…