Andaba triste

… andaba triste, con esa tristeza que uno no quiere curar, que te mata por dentro pero no se puede evitar… murió mi hija, mi vida, ¿para qué volver a empezar si ella ya no está?, ¿existe, acaso, una hoguera sin su fuego, un arroyo sin su fuente, un padre o una madre sin las vidas que dan?… escucho su voz, que me llama: “¡papá!, ¡mamá!”… vivía sin vivir, agitado por batallas inútiles, era de los malhumorados, de los desalmados, de los insensibles… llevaba puñales en los pliegues de la vida, para conquistar, por la fuerza, lo que quería para mí y mi familia… conjugaba la queja con la insidia, sospechando siempre de los demás, ocultaba mis heridas para no mostrar debilidad… pero alguien, un día, me habló de Ti… prometías paz, sanación, encuentro, vida… la promesa despertó anhelos, quise creerlo y salí a buscarte… y al encontrarte te conté mi muerte viva y viniste, sin preguntar ni exigir nada, a mi casa… deshiciste la muerte muerta, sembraste esperanza, descubriste las trampas, aunque muchos se reían… mi hija sólo dormía, no estaba muerta como todos creían… ahora, soy portador de una vida que he de contagiar a otras vidas, para alegrar el mundo con tu Buena Noticia… la #rosasinporqué se encontró con la gratuidad, la vida y la alegría la abrazan nueva cada día… ¿cómo andas por la vida?, ¿te has encontrado con la Vida?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 9,18-26)…