“¡Ámense los unos a los otros!”

… “¡ámense los unos a los otros!”… ¿puede ser un mandamiento?… y si lo es, ¿qué tiene de nuevo?… en labios del Señor el “mandamiento” no es un “precepto” sino una “exigencia del corazón nacido nuevo” que la ley tan sólo lo recuerda… es “nuevo” porque lo que se te pide es que seas totalmente desinteresado… de ahí la locura de “amar a los enemigos” y de “perdonar siempre”, como ama y perdona Dios… a veces da miedo amar así, porque es una exigencia aparentemente desproporcionada al barro que te forma… “ámense” evoca al hogar, a las caricias, a los encuentros, a la delicadeza de la ternura, a la amistad verdadera… responde a incertidumbres, disipa soledades, expresa afectos… por eso es mejor que no manosees esta invitación, que no la reduzcas a una tarjetita con florcitas, sino que la asumas con toda la fuerza que tiene… la fuerza de las entrañas que se estremecen y vibran con las historias compartidas, con las heridas del prójimo que espera sanación, con el abrazo que es refugio y llegada… la #rosasinporqué ama desinteresadamente y se deja amar, la gratuidad la ha engendrado nueva y no puede amar de otra manera… ¿vives el ámense como una realidad vital de tu corazón nacido nuevo?, ¿te dejas amar desinteresadamente o pones condiciones?… (con el Evangelio de hoy, San Juan 13,31-33ª.34-35)…