“Acercase”, “inclinarse”, “tocar”

… “acercase”, “inclinarse”, “tocar”, “tomar de la mano”… acciones concretas de quien se preocupa y ocupa del enfermo y no sólo de la enfermedad… médicos y médicas, enfermeros y enfermeras, auxiliares y asistentes, padres y madres, familias y amigos, consagrados y consagradas, sacerdotes… pero principalmente gente buena con corazón de verdad, que sabe acortar distancias, que sabe ponerse a la altura del otro, que sabe entrar en contacto, que sabe que una mano que acaricia es la mejor medicina… esa gente buena que está ocupada en sus cosas, pero que es capaz de postergar prioridades porque el sufrimiento no espera… esa gente buena que no dice pavadas para consolar, sino que reza y calla, porque ante el dolor mejor no hablar… esa gente buena que acaricia con una mirada y una sonrisa, que no vive pendiente del “muchas gracias”… esa gente buena que está en todas partes, que no escasea y que, justamente por ser buena, no molesta ni se muestra… esa gente buena que hace que un enfermo no sea solo un sufriente o un paciente, sino un hermano o una hermana con quien se comparte la barca de la existencia… “acercase”, “inclinarse”, “tocar”, “tomar de la mano”, ese eres tú y ese soy yo, y viceversa… la #rosasinporqué no es ajena ni distante ante el sufrimiento, con la gratuidad acompaña y consuela… ¿cómo te comportas ante el sufrimiento ajeno?, ¿se ha impermeabilizado tu corazón e insensibilizado tus manos?… (con el Evangelio de hoy, San Marcos 1,29-39)…