Acepta y sueña y canta

… “caminante peregrino”, a pesar de lo que veas o no veas… ¡que tu alma cante que tu Señor mire con bondad tu pequeñez!… allí o aquí, ¡allí dónde te encuentras!… hay una vida que ignoras, que quizá olvidas o soslayas… es la vida verdadera que corre más alta… por encima de los sentidos… o más hondo que todas las noticias… ¡Vida verdadera, inimaginable! …

… pequeño y buen amigo, pequeña y buena amiga, no aciertas a expresar tu bien… quedas atado a un carro que te arrastra y te miente… porque supones demasiado o pretendes razonar tanto… ¡que todo lo pierdes en la vorágine de inquietudes y de angustias!…

… acepta lo que no logras circunscribir ni encerrar en ninguna parte… acepta que lo mejor esté por encima de ti, pero profundamente en ti… acepta que el Señor te regale, aunque por el momento no puedas descubrirlo para «usarlo»… no se trata de «usar», tampoco de «aprovechar»… tampoco de ganar o de perder y, mucho menos de comparar… de nada te apoderes, deja que el agua se deslice mansamente…

… entonces, ¡vamos!… ¡arriba!… ¡allí donde te encuentras ponte de pie y respira hondo!… con la “pequeña oración” de la mañana, y de cada momento, te aceptas muy niño para entrar en cosas muy elevadas… quédate con la Mirada, pero no la retengas fotografiándola… déjate abrazar y acunar por esos Ojos, no importa si los tuyos se cierran… acepta y sueña y canta… desayuna y matea con la Verdad del “pan del día”, (Lucas 1,46-55: “… mi alma canta…”)…