Abuena, Señor, mi corazón endurecido

… abuena, Señor, mi corazón endurecido de fariseo acostumbrado al cumplimiento… porque cumplir es necesario, pero no alcanza para entrar en tu Reino… abuena mi mirada gastada y mis palabras aceradas… abuéname con esas reiteradas e incansables salidas para encontrar y llamar a los hombres de todas las horas… a los primeros, que soportan el peso del trabajo y el calor de toda la jornada, y piensan que merecen más por hacer lo correcto… a los segundos y a los terceros, que tuvieron la suerte de ser encontrados y se fatigaron menos… a los cuartos y los últimos, que perdieron el tiempo y nada hicieron, pero que sin embargo se los sumó al reparto inesperado… abuéname el corazón, Señor, para que disfrute que todos hayan sido llamados a trabajar en tu Reino… abuéname el corazón, Señor, para que me alegre que para Ti nunca es tarde… abuéname el corazón, Señor, para que reconozca sin comparaciones el mérito de los primeros y la oportunidad regalada de los últimos… abuéname el corazón, Señor, ya que eres una gota de ternura y esperanza en cada paladar, pero no te saboreo… abuéname, Señor, para que sea bueno… la #rosasinporqué disfruta de las oportunidades dadas a todos, la gratuidad la abuena hasta desear que los demás reciban más… ¿disfrutas de las oportunidades para todos o te lamentas no recibir más que los demás?, ¿a qué hora del día te llegó el llamado?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 19,30 – 20,16)…