Abrir los ojos, Señor

… abrir los ojos, Señor, y verte en mis hermanos, extender la mano y tocarte en los sufrientes, tener los oídos atentos y escuchar tus Palabras, respirar hondo y percibir tu aroma, alimentarme con tu Pan y saborearte… y sobre todo, Señor, saberte vivo y experimentar en mí latidos de tu amante, fiel y compasivo Corazón… es que me bastan los reflejos del sol temblando en la bóveda del puente, el frescor del pozo subiendo desde el agua inaccesible, la música del viento nocturno entre las hojas intocables de los pinos, el perfume fugitivo que se deshila en el jardín, una gota de dignidad deslizando su dulzura en mi garganta… ¡me bastan!… porque no puedo contemplar el sol de frente, ni vivir sumergido en el fondo de las aguas, ni pulsar con mis manos la sonora compañía de la noche, ni perfumar de fiesta todas las rutas ajadas de la vida, ni adelantar un solo segundo el brindis de todo el universo… ¡me bastan los rumores que te acercan y te esconden!… ¡me bastan tus rumores, Padre que me amas, Hijo que te entregas y Espíritu Santo que me acompañas!… la #rosasinporqué vive de y en las mil formas en la presencia de la gratuidad… ¿cómo percibes a Dios presente en tu vida?, ¿eres mendigo o propietario de Dios?… (con el Evangelio de hoy, San Juan 3,16-18)…