A veces se te va la vida interpretando, etiquetando, opinando

… a veces se te va la vida interpretando, etiquetando, opinando… tienes que tener una palabra para todo, una palabra definitiva, diferente, especial… te descubres calificando a las personas, con adjetivos más o menos adecuados y no siempre benévolos… puedes ser a la vez fiscal y juez, y a menudo sin necesitar pruebas… describes las situaciones, disertas sobre todo y no tienes empacho en catalogar hasta a tus amigos… rápidamente haces un inventario: tibios, brillantes, frívolos, geniales, intensos, vagos, serenos o raros, y así hasta el infinito… lo describe Pablo Neruda en “Demasiados nombres”: “Se enreda el lunes con el martes / y la semana con el año: / no se puede cortar el tiempo / con tus tijeras fatigadas, / y todos los nombres del día / los borra el agua de la noche. / Nadie puede llamarse Pedro, / ninguna es Rosa ni María, / todos somos polvo o arena, / todos somos lluvia en la lluvia… conozco la piel de la tierra / y sé que no tiene apellido… cuando duermo todas las noches, / ¿cómo me llamo o no me llamo? / ¿Y cuando me despierto quién soy / si no era yo cuando dormía? / Esto quiere decir que apenas / desembarcamos en la vida, / que venimos recién naciendo, / que no nos llenemos la boca / con tantos nombres inseguros, / con tantas etiquetas tristes, / con tantas letras rimbombantes, / con tanto tuyo y tanto mío, / con tanta firma en los papeles…”… la #rosasinporqué es sencilla en todas sus acciones y palabras, la gratuidad la preserva de la ostentosa y ridícula vanidad… ¿etiquetas a todos y opinas sobre todo?, ¿eres un vanidoso ostentoso que espera un reconocimiento inmerecido de las multitudes?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 14,7-11)…